Un café con Fernando Puche...

Rosalind Williams abrió la veda. De eso no me cabe la menor duda. Al menos eso es lo que yo intuí cuando dijo que hacer fotos no tenía nada que ver con ser fotógrafo. Sin embargo parece ser que nadie oyó nada. Y así se quedó la cosa hasta que apareció en escena Julio Álvarez Yagüe y con gesto serio dijo: “antes de empezar mi charla quiero dejar algo muy claro: hacer fotos no tiene nada que ver con ser fotógrafo”. ¡Toma ya! Yo que pensaba que nadie le había hecho caso a la frase, y resulta que sí, que otra persona también captó el mensaje. Pero eso fue todo, una frase lanzada al viento...

Y como a mí me encantan estas cosas, pues no se me ocurre otra que averiguar el teléfono de Julio Álvarez Yagüe, llamarle y decirle que quiero hablar con él. ¿Hablar de qué? Pues hablar. Se queda como pensativo pero finalmente quedamos. Vaya papeleta; el café ardiendo y la manzanilla templada. Una frase recogida del olvido y puesta sobre la mesa de un bar. Julio es Fotógrafo. Con mayúscula y a secas, sin coletillas. Me cuenta que para él la línea que separa el hacer fotos y el ser fotógrafo es el compromiso. Ya... Vale... ¿Algo más? Por supuesto, hay un momento en la vida de todo hacedor de fotografías en el que hay que elegir entre seguir realizando fotos y hacer que la vida de uno gire en torno a la creación de imágenes. Un momento en el que hay que dar el salto al vacío y colocar a la fotografía en lo alto de la lista de prioridades. Y claro, esto no tiene nada que ver con la cantidad de fotos hechas, con la situación laboral, las herramientas utilizadas ni el número de hijos. Tomar esta decisión es un momento muy importante de nuestras vidas porque dejaremos libre ese impulso y la fotografía comenzará a colonizar cada rincón de nuestra mente, cada esquina de la agenda, cada metro cuadrado de casa. Comprometerse con la fotografía es asumir que todo lo demás ha de adecuarse al estímulo de crear obra, hablar de ello, generar ideas, analizar nuestro propio proceso creativo, aunque haya momentos en que tengamos que olvidarnos de hacer fotos, de hablar acerca de ellas y de imaginar nuevos proyectos.

Mientras el café se va quedando tibio y la manzanilla helada, en la conversación salen a relucir la familia, los desafíos laborales, la aceptación de roles, la renuncia a ese instinto creador, los amores no correspondidos, la búsqueda de un equilibrio, el miedo a tirarse al vacío, la seguridad de alguien que te apoye, el empeño por lograr tus convicciones. Sí, ser fotógrafo no significa hacer muchas fotos, renunciar a un puesto de trabajo, utilizar determinadas herramientas, tener página web, llevar chaleco, ni siquiera vivir solo. Es verdad que el desarrollo creativo tiende a ser un proceso solitario donde uno necesita centrarse en lo que previamente ha imaginado para poder llegar a resultados interesantes. Aún así, cada persona es un mundo. Y dentro de este mundo de la fotografía, muchas personas decidieron en algún momento que sus vidas iban definitivamente a girar alrededor de la fotografía. Unas se lanzaron al vacío, otras se conformaron con lo que tenían, algunas se echaron para atrás. Satisfacciones hay muchas, y una de ellas es conseguir plasmar en una imagen eso que llevas tiempo planeando en tu cabeza, darle forma y sentido, meditar acerca de ello, crear una serie coherente, mostrarla y sentir que has cerrado uno de los muchos círculos que abrimos cuando decidimos, por fin, que nuestra existencia va a girar alrededor de la fotografía. Cuando sentimos que, además de hacer fotos, somos fotógrafos.

Yo la verdad es que ya tenía bastante. Julio curiosamente no. Quizá pensaba que era hora de dejar de hablar de compromisos, que había algo que se quedaba en el tintero. Puede que pensase que era yo el que a lo largo de la charla me había dejado algo. Entonces me pregunta por qué utilizo tanto esa expresión de “fotógrafo de naturaleza”. ¿Qué más da de lo que hagas fotos? Y sobre todo, ¿por qué ese énfasis en repetir la maldita coletilla? Sí, lo habéis adivinado: es inseguridad. ¿Qué pasa, es que no puede haber fotógrafos inseguros? Lo de la naturaleza es de alguna manera un escudo tras el que esconderme de una disciplina, la fotográfica, que soy incapaz de abarcar. Claro es que nunca pretendí hacerlo, pero te sientes más pequeño al lado de tanto fotógrafo que hace tantas cosas. No hay duda, y ambos estamos de acuerdo, se trata de una máscara tras la que esconderse, una manera de justificar tu obra y tu proceder. En definitiva, y como afirma Julio, una limitación. Y las peores limitaciones son las que nos autoimponemos nosotros mismos. Al fin y al cabo, el que necesita justificarse es que no se ha liberado todavía de algún miedo.¡Un momento! En el mismo instante de escribir esto tengo una corazonada; abro un cajón y extraigo una tarjeta. Lo sabía: Fernando Puche. Fotografía de naturaleza. Está claro que el lenguaje nos delata, pero también lo hacen nuestras propias maneras de identificarnos. Y está claro también que es hora de un cambio. Me digo a mí mismo que la coletilla tiene los días contados, pero el problema es que tengo aún más de doscientas tarjetas como ésta esperando ser entregadas a alguien. La próxima vez será.

Por cierto, no os quedéis con mis taras, que no os sirven de nada. Quedaros con esta fantástica palabra: COMPROMISO. Porque es aquí donde está la clave.

Texto de Fernando Puche